La danza es hoy una necesidad expresiva y de resistencia entre los jóvenes.
Vivimos en una era de mixturas, la pureza perdió sentido. Hace tiempo se me impone como necesidad artística el trabajo sobre un territorio mestizo, sin fronteras estéticas ni sociales.
Asumiendo la heterogeneidad y la diferencia como base creativa, convoque diversos bailarines cercanos o a través de Facebook, de danza contemporánea, de hip hop, de folclore, formados en escuelas y en la calle, en peñas y en batallas de hip hop. Comenzamos a reunirnos, a probar ideas, a mezclar lenguajes. Trabajé con la convicción plena de encontrar más semejanzas que diferencias y creyendo también que la suma de vivencias y saberes podía mostrar algo diferente, ser un proceso, un aprendizaje, un experimento social y artístico, basado en la libertad, tomando la dirección o docencia como acompañamiento de procesos personales, guiando e intentando sacar a la luz aquello que todos tenían y podían, sin saberlo.
Fue sorprendente la motivación de los bailarines, las ideas, los desafíos, todos buscando, probando, mirando al otro y entregando lo mejor de sí en cada ensayo.
Y se apoderaron del proyecto y se empoderaron, cosa necesaria en la juventud para confiar en sí mismos y valorarse, en una época donde a los jóvenes, sobre todo de condición humilde, les cuesta tanto vivir y crecer.
Y la comunión con el público fue inmediata: la misma sensación y emoción que me invadió a mi, llegó al espectador.
La danza contemporánea suele ser encriptada, compleja, difícil para el público no entendido, yo pertenezco a ese mundo desde hace años. El CAD es un proyecto profundamente contemporáneo, nuestras obras son en realidad una suerte de guiones en constante mutación (cada presentación es diferente, determinadas por el espacio y el público), un proceso que no se detiene, que no tiene como objetivo llegar a un estreno.
Con la incorporación de DJ Villa Diamante del músico Pato Smink terminó de configurarse la compañía como tal y desde entonces hemos recorrido el país dando clases, bailando y compartiendo esta idea.
El CAD vislumbra a cada paso un futuro de infinitas posibilidades y caminos artísticos, pedagógicos, sociales y expresivos.